
Sobre conciencia geográfica infantil
- On 20 septiembre, 2015
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Actualmente, la primera generación de niños extremadamente sobreprotegidos está alcanzando la edad adulta y estamos empezando a ver los efectos en la sociedad norteamericana. Sabemos que su estilo de vida sedentario les provoca problemas de salud. Son adictos a la tecnología y emplean todo su tiempo libre-¡Una media de nueve horas diarias!- mirando fijamente pequeñas pantallas brillantes. Sabemos que no son precisamente un modelo de autosuficiencia. Empresas como Merill Lynch ofrecen información laboral a los padres de sus empleadores adultos, ya que aquellos están cada vez más involucrados en las negociaciones de sus hijos a la hora de la contratación.
Menos Pokemón, más realidad: La conciencia geográfica colectiva de esta generación está en peligro tanto como su independencia emocional o su indice de masa corporal. Los chicos recluidos de hoy en día sienten muy poca vinculación con la naturaleza y el paisaje. En 2002, un estudio reveló que los niños de ocho años podían identificar más variedades de Pokemon que de especies auténticas de su zona. Mientras tanto, la mayoría de actividades al aire libre se reducen constantemente alrededor de 1% al año. La generación del boom de la natalidad sigue saliendo al exterior, no así sus hijos y sus nietos.
Al no habérseles dado rienda suelta para explorar su entorno y encontrar el camino a casa, las respuestas de los niños al hecho de tener que orientarse en el mundo real se sitúa en algún punto entre la incomodidad y el más absoluto terror. Un artículo publicado en Harvard Magazine sobre los alumnos de primero de 2009 relata la historia de una estudiante nueva que se aventuró en el metro de Boston y sufrió un ataque de pánico. Al no estar segura si debía girar a la izquierda o derecha en un transbordo, llamó a su padre -¿Quién si no?- que estaba en Chicago, el cual le dio la respuesta.
Extracto del libro “Un mapa en la cabeza” de Ken Jennings, (2012), sobre conciencia geográfica en los niños de Estados Unidos. Una realidad que ya está empezando a verse por estos lares.