
Ir más despacio no es ir lento
- On 11 julio, 2017
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-Buenos días, ¿Todo va bien? (Dice el policia).
-Perfecto. Sólo estoy dando un paseo. Respondo.
-¿Un qué?
-Un paseo, ya sabe, una vuelta por el barrio.
-Bueno que disfrute del paseo. Añade en tono irónico el agente mientras se aleja.
Me quedo solo en la acera, divertido y consternado. La policia acaba de pararme…por caminar.
Así narra Carl Honorè en su libo “Elogio de la lentitud” lo desconcertante que resulta su paseo en una ciudad norteamericana. Para él las grandes ciudades son rápidas y siempre lo serán. Son como gigantescos aceleradores de partículas. Las ciudades nos mantiene en marcha, como si estuviéremos conectados a la corriente eléctrica, en una búsqueda contante del estímulo siguiente. Y aunque parezca un sinsentido intentar reducir el ritmo en la ciudad, es posible resistir a la aceleración urbana.
Ir más despacio no es ir más lento
Darse más tiempo para cocinar, hablar, leer, caminar, practicar yoga, ir al cine, compartir con uno y con los demás. Bajar la marcha significa dejar de hacer cosas que no necesitamos para darle más espacio a aquello que realmente nos gusta y que vamos postergando una y otro vez. En vez de hacerlo todo más rápido, debemos intentar hacerlo a la velocidad apropiada.
Elige tu ritmo
No existe ninguna fórmula de aplicación general para ir más despacio, ninguna guía universal de la lentitud correcta. Cada persona, cada acto, cada momento tiene su propio tiempo. Todo el mundo debe tener derecho a elegir el ritmo que le hace feliz y no el que nos impone la ciudad. El gran beneficio de ir más despacio es que proporciona el tiempo necesario para establecer unas relaciones significativas, con el prójimo, con la cultura, con el trabajo, con la naturaleza, con nuestro cuerpo y con nuestra mente. Algunos llaman a esto vivir mejor.
Fuente: Elogio de la lentitud de Carl Honorè