Nunca me voy a olvidar de mí
- On 28 mayo, 2012
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Yo encima del columpio a toda velocidad. Salto. La arena amortigua mi caida, me da risa, tengo calor, tengo sed, corro donde mi madre que está sentada en el cesped tejiendo, me da de beber de la manguera. Ya no tengo sed.
Yo en medio de un parque, mi padre me entrega una brújula, me dice que si sigo siempre hacia el Norte llegaré a casa, acto seguido me deja solo. Me quedo parado ahí con la brújula entre las manos, las sombras que proyecta el sol sobre los árboles me dan miedo. De pronto, algo se mueve dentrás de un matorral, me da risa, es Papá escondido. Ya no tengo miedo.
Yo en el mar, entro corriendo porque veo una ola que se levanta y está a punto de reventar sobre mí, salto y me estiro como una flecha, penetrando la ola. Mi cuerpo siente el impacto del agua fría y de la fuerza del mar. Un segundo antes de salir a la superficie abro los ojos y me dejo embargar por la imensa alegría que me produce estar ahí, me da risa y me quedo sin aire.
Saco la cabeza y respiro fuerte, el aire llena mis pulmones, siento mi respiración y todo se aquieta.
Yo la semana pasada, afeitandome frente al espejo.
Me corto, me da rabia, me miro la herida y me quedo contemplando mi reflejo en el espejo largo rato. Súbitamente me acuerdo de mí, me da risa y la risa se vuelve carcajada. Ya no me duele la herida.
Textos: José Luis Infante
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