
Manual del Paseante Urbano
- On 2 marzo, 2017
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Caminar es saludable. Pero caminar lento para desconectar de las obligaciones diarias, cuando todos van a mil, puede ser todo un apasionante reto. Vivo cerca de una de las avenidas comerciales más grandes y transitadas de Europa. Es ahí donde empecé a practicar mis pequeños paseos a los que llamo Slow Walk.
Caminar 30 minutos diarios en modo Slow no siempre puede hacerse en un entorno adecuado y con poco ruido, pero con la práctica he ido desarrollando una técnica personal que me permite disfrutar de un saludable y tranquilo paseo en medio de la ciudad. Hoy quiero compartirla contigo.
Bajando la velocidad paso a paso: Si deseas darte un tiempo para ti y practicar un Slow Walk que te ayude a desconectar estos son los pasos que te recomiendo seguir.
- El lugar y el momento no es lo más importante: Si intentas buscar el lugar “adecuado” para salir a caminar y una hora determinada dentro de tu agenda, probablemente te sea difícil encontrarlo. Se flexible, es un tiempo que te regalas dentro de tu día a día. Puedes hacerlo cerca de tu casa, trabajo o centro de estudios. Debe ser sencillo hacerlo. Que no se convierta en un estrés más en tu vida.
- 30 minutos son suficientes: Este es el tiempo que necesitas al día para un Slow Walk. Una pequeña pausa con grandes beneficios para el cuerpo y la mente.
- No lleves móvil ni reloj: Al principio te parecerá extraño y quizá te sea un poco difícil hacerlo. Pero de lo que se trata es de desconectar. Son sólo 30 minutos. Poco a poco irás observando cómo el tiempo aparentemente dura más. Es que ya no tendrás tantas distracciones que te aparten de la contemplación de tu entorno. Este simple gesto irá tranquilizando tu mente paulatinamente. Tampoco te preocupes de la hora. Siempre habrá alguien a quién preguntar y con la práctica tu reloj interno empezará a funcionar de nuevo.
- Aunque te miren raro, baja la velocidad de tu andar. No importa que te encuentres en una calle muy transitada, camina lento. Bajar el ritmo te ayudará a sentir tu cuerpo. En ese estado observa a quienes caminan a tu alrededor, seguro van apurados y hasta te mirarán raro. Vivimos en un mundo donde lo Slow se percibe como una perdida de tiempo. Cuando es todo lo contrario.
- El paseo no lleva a ninguna parte. Por lo general caminamos de un punto a otro dentro de la ciudad. Hay una meta, un objetivo, el metro, el trabajo, la compra, los hijos. Sin embargo el paseo, el Slow Walk, no lleva a ninguna parte. Pasear es perderse por lugares que ya conocemos. Caminar sin prisa despierta la curiosidad por lo que nos rodea. Nos vuelve exploradores. Pasear sin rumbo, a un ritmo pausado sorprende a la mente y la calma. De eso se trata un Slow Walk: De parar la mente moviendo el cuerpo.