
El Tano, Yo y la panda de locos felices (aún en tiempos de crisis)
- On 18 abril, 2012
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Hola soy José Luis Infante y quería contarte que de niño me encantaba ir en el escarabajo Volkswagen de mi papá, sobre todo cuando iba por la Vía Expresa de regreso de la playa. Sentado en la parte de atrás esperaba ansioso el momento en que atravesábamos el barrio de Miraflores, y pasábamos al lado de una casa misteriosa.
Esta casa tenía pintadas en sus paredes árboles. Siempre pensé que dentro debían vivir seres fantásticos y alucinantes. Una de esas tardes de verano y mientras mordía el palito de mi helado Jet, me hice la firme promesa de que algún día entraría en esa casa a conocer a sus habitantes.
Cumplí mi promesa el día de mi 25 aniversario. Corría el año 1998.
También era un día de verano, aunque la casa ya era de color azul. Ya era la Tarumba.
Recuerdo que la primera persona que me recibió fue la negra Estela y los ladridos de Babalú. Tímidamente pregunté por los talleres que dictaban y amablemente me invitaron a entrar. Dentro de la oficina estaba Geraldine, el Fer y el Criado. Quienes fueron los primero de los muchos seres fantásticos que conocí en los siguientes cinco años.
Empecé en un taller de mimo para aficionados y terminé como payaso en Maroma. En todo ese recorrido fui testigo y partícipe del crecimiento de la Tarumba. Acompañé a los tarumbos en varios pasacalles por la paz en Miraflores, cuando los terroristas no nos dejaban tranquilos con sus bombas, apagones y violencia desmedida. Ahí conocí a más seres mágicos como el Chebo, el Sandro y el Olivera. También estuve en la feria del Hogar con Caricato Mundo y sobre todo viví el proceso cuando se construyó la primera carpa de la Tarumba. Parecía una locura, había crisis y estos locos invertían. En paralelo montamos Kalimando donde conocí al Tano. Mi gran otro Yo. Un personaje entrañable, jovial y algo despistado, pero muy positivo. Un payaso loco de amor, con cresta de punk, que iba por la vida flechado por cupido. El Tano nació ahí y ya nunca me abandonó. Hoy es más maduro y misterioso. Pero su esencia es la misma. La verdad, es un muy buen consejero.
Volviendo a esa época, lo de Kalimando fue otra gran locura. Miles de horas de ensayo y muchísimo esfuerzo. Pero al final hubo carpa, hubo espectáculo y hubo niños sonriendo de alegría.
A pesar de la crisis, el terrorismo y la inflación, podíamos ser felices.
¿Qué loco no? Sí pues, así son los de la Tarumba, así es el Tano. Así soy Yo.
Textos: José Luis Infante
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