
Deambular: caminar sin rumbo como acto de resistencia
- On 12 octubre, 2017
- 0 Comments
“Ante la aceleración de la vida moderna, andar sintetizaría algunos de los valores que posibilitaría una relación más armoniosa con nuestro entorno, con los otros y con nosotros mismos.
En primer lugar, permite recuperar la lentitud como forma de escapar a la velocidad de la vida actual. Andar, en la ciudad o en el campo, es la mejor forma de ir despacio, y este ritmo lento es el que requiere la sedimentación del conocimiento y de la experiencia que finalmente dota de sentido a la existencia humana.
En segundo lugar, caminar da valor a la presencia, a la experimentación de lo real, frente a un ambiente digitalizado que esconde el cuerpo y el nosotros detrás de múltiples pantallas. Caminar permite reafirmar la vivencia del aquí y el ahora, gozar de la belleza del paisaje y sufrir sus inclemencias, enraizarse y relacionarse con el mundo sin intermediarios, poniendo también de manifiesto los límites y la fragilidad de nuestros cuerpos.
Finalmente, deambular puede convertirse en un acto de resistencia política, porque se opone al productivismo y porque la lentitud que le va asociada crea espacios para lo imprevisible y para que surjan nuevos horizontes que no pueden ser contados, controlados ni vendidos. Andar no hace a nadie más inteligente, pero permite que estemos más disponibles a nuevas ideas porque el ritmo del andar es el del pensamiento. No se trata en ningún caso de promover una vida anti-moderna, sino de alertar de la preeminencia del economicismo y la hipertecnificación, que conllevan el riesgo de despolitizarnos y de hacernos perder el alma por el camino”.
Extracto del artículo de Judit Carrera (El País, 6-12-2014)